jueves, 11 de abril de 2019

Hacia una realidad poética. Manifiesto Esquizofrénico


(El mundo habitado por títeres del Lenguaje)

    Where do we could come together, with this shitful, poor language, as the most trustful embarcation, a phantom boat with more holes than wood?
      A man is not an island, but almost. Isn’t it right, Robinson?
—    If you say so, Ben.

     Extranjerismos.
     Está lejísimo, la Realidad, un horizonte zurcido a golpes y parpadeos.
—     La Realidad no existe.
—     En realidad, existe como convención.
—     Toda convención es política.
—     Política es la disputa por la Realidad.







1.0 ¿En qué barrio se perdió la humanidad?

Hay una forma de contar el mundo que lo delimita y lo restringe. Una forma que existe desde el poder y hacia el poder, lo incrementa y lo refuerza. Nos hace sentir, creer, pensar, que sólo existe una realidad, un mundo. Le da sentido, estructura ese mundo, en una narración. Lo cuenta. La historia es un instrumento, y delinea lo que uno percibe como Realidad.
Vivimos en un planeta y en una era de apariencia de sentido y de conexión.
Un sentido único (la visión de los Conquistadores), una conexión cada vez más inmediata, más real. Es aparente porque esa conexión se encuentra domesticada, por eslabones, algoritmos, discursos, informaciones falseadas, que diseñan y delimitan el verdadero contacto con la Otredad, lo absorben, lo hacen más “Real”.
Vivimos en una era de plástico, en la cual, a una humanidad/mónada sin ventanas, se han añadido dispositivos de entrada —pero no de salida—, artefactos que funcionan como cadenas, reforzando mecanismos de dominio y de control, dando una sensación ilusoria de libertad, de posibilidad de realización, de plenitud.
Nos obligan a comer platos premasticados, sin posibilidad de rechazo y sin posibilidad de depuración, de filtrado propio, de expresión.
Caminamos con la sola posibilidad de compartir una caminata sobre una noche fría, otoñal, sin posibilidad de verdaderamente ingresar hacia el Otro lado.


1.1
Antiguamente, la religión y el arte se disputaban la realidad.
Hoy, la religión ha cambiado su disfraz o ha adoptado nuevos amos. Es el fascismo new age de la posesión, de los Conquistadores.
El arte, por otro lado, fue adoptando, aceptando una correa, una forma asfixiante y asesina de horizontes plausibles, diferentes.
Los voyants navegan hacia el acopio de oro, hacia el tráfico de esclavos, para que el silencio haga brotar —si somos buenos—, de la disonancia de dos polos, el resplandor del Lenguaje, durmiendo la mona dentro de una verde botella, flotando en la nada hacia la nada.


1.2.1
Hay otra forma de fabricar la realidad, de “contar”—de vivir, más bien— la historia. Porque la realidad se fabrica. Esa forma es la de la magia, la de la poesía.
La magia sirve para demostrarnos que se puede vivir de otra manera, que existen otras realidades, más profundas, verdaderas. Para ofrecernos ese camino, se muestra, se enseña.
Hay que matar la historia, matar la literatura, matar la religión, matar el arte.
Hay que matar las formas que ha tomado la historia para contarse. Se trata de restablecer la importancia de la forma como elemento desestabilizador, desestructurante, de una realidad petrificada, normalizada. Sustituir la poesía de álbum por la vida poética. La historia no sólo se narra, también se impregna.

1.2.2
Pero el acto de aniquilar la historia/literatura, el acto de empujar la piedra hacia una cima donde un ave carnívora se morfa el hígado de un compañero, es un acto gastado, un acto que se remonta prácticamente hasta el inicio de tan pútrido arte. Hay que hacerlo una y otra vez.
Y otra vez.
Y otra vez, va cayendo tenue la hojarasca, las distintas capas de Realidad, como las medidas de un amor, un amor que necesariamente debe contener la semilla del encuentro, un encuentro fugaz pero sacrificial, cíclico, ritual. Somos árboles que van perdiendo sus hojas, regalando nervaduras nutridas desde la raíz.




2.0
No se trata de realizar un trabajo excluyente o elitista. Se trata de la revolución, siempre se trata de la Revolución. No de una revolución estética o material, sino de una verdadera revolución que haga saltar la rueda del mundo.
Nuestra lucha es la disputa por la Conciencia, por la Realidad.
Percibir la construcción de Realidad, fluir, formar parte de ella, empoderados, con una cierta nostalgia en los ojos. Con un Lenguaje nuevo —lo más nuevo posible—, con aires de final de odisea.
La vuelta a casa, el paraíso perdido.
La revolución consiste en perforar las paredes y los espejos de esa cárcel que es el ego, y nada más. El paso afuera es íntimo, la reunión es colectiva.


2.1
El ego aflora por resquicios peligrosos. Luchar contra el fascista que todos llevamos dentro, luchar para no convertirse en un fascista, incluso —y sobre todo— cuando se cree ser militante revolucionario. El fascismo existe en todos nosotros, habita en nuestros espíritus, está presente en la vida cotidiana. Nos hace amar el poder, desear la misma cosa que nos domina y nos explota.
No pretender, no intentar ser —no querer ser— el conductor de una revolución que será solitaria, en tanto y en cuanto humanidad existimos como mónadas sin ventanas.
No necesariamente tendrá conductor, la revolución, aunque sí tendrá militantes, las hormigas picaparedes de siempre, los vampiros que no encuentran reflejo en ninguna parte.


2.2
Fuera del lenguaje no hay nada, dijo un vecino que pasaba. El lenguaje es otra pared.
El Lenguaje no es inocente, el lenguaje es la pared, es la pared en su forma más fina, construida por los conquistadores.

Nuestra lucha es la disputa por la Conciencia, por la Realidad. Por su construcción. Por el Lenguaje.
Somos militantes, de la paz y del Ser. La escritura, una de nuestras  herramientas.
Militando (respirando), aprendimos que toda escritura es ejercicio de escritura, un borrador de un texto fantasma que verdaderamente vendrá a engullirse al mundo para arrojarlo hacia una realidad multiplanar. La fantasía con la que se masturbaba Mallarmé como un horizonte hacia el que camina el pueblo; el arquetipo, el ideal platónico, no como una forma existente de la que todo proviene, sino como prisma hacia un devenir, una corriente, un fluir constante.




3.0
Actualmente, el arte, la religión, sólo narran —incluso las artes plásticas han seguido el camino hacia la Historia.
Todo —sobre todo, la realidad hegemónica— sigue una construcción narrativa. Hay en esto una exclusión consciente de la forma que va más allá de lo formal, del modo de acomodar las palabras. Lo que hace a la forma —un estilo— queda recluido casi a la pulcritud o al exceso, una dicotomía aberrante.
No hay más intentos de aproximarse a la disputa por la realidad mediante otro ramaje. La forma pierde su poder corrosivo, no se ven obras que ejemplifiquen con el diseño del texto su propio contenido.


3.1
En realidad, existen intentos —escasos, verdes vidrios flotando en el océano.
Intentos que sólo parecen quedar en intentos.
Intentos de socavar una forma rígida y rancia.
Algo nos empuja a intentar, algo —un acercamiento político a la Realidad— que tiene relación con (el intento de) su transformación. Para subvertir un lenguaje, el Lenguaje dominante, normalizante, que impera como discurso hegemónico, pueden existir millares de variaciones, arietes, flechas. El trabajo sobre la forma es una.
Son como manotazos de un ahogado —que antes fue náufrago— esperanzado, que lanzó sus últimas palabras al océano, cuando mecánico y fatigado dejó solo al cuerpo, que tuvo que decidir autómata, entre la última brazada o descolgarse la botella vacía, esa que lo había acompañado a lo largo del naufragio solitario, botella triste arrojada lejos, lejos de un cuerpo pronto mordisqueado por los peces, a ver si alguien alcanza su contenido sólido, hojas de palmera a las que un muerto garabateó con sangre una perra y pérfida historia que agotó su voluntad, su cuerpo y su cordura.
La disputa por la realidad es un laberinto, la salida no se ve. Aunque algo nos empuja a intentar, a desandar un camino selvático. Somos lobos solitarios en la espesura de la selva, sin señales para guiarnos. Salvajes deambulamos por ahí, sin máscaras ni disfraces, sin más maestros que las sombras que han surcado el camino, las huellas gastadas de otros fulanos sobre los pasillos de una jungla de plástico, entre las ramas y raíces gruesas de las góndolas del Supermercado.


            3.2
Pensar en la historia, en la literatura, en la escritura, en la novela (como género y como herramienta de búsqueda).
No hay género dentro de la historia —perdón, digo… de la literatura— que necesite más consideración y renovación sostenida que la novela, escribe hace unos cuantos años Susan Sontag. La pasión por la documentación de la experiencia, dice, convierte a la novela en la más abierta de las formas artísticas, pudiendo acomodarse a cualquier nivel de lenguaje, trama, idea o información.
Es la llave de su propia destrucción y la posibilidad hacia algo nuevo.
Pero aquí también hay que trabajar, empezar a dar pequeñas batallas. Mucho barro, mucha piedra, mucha maleza que hay que reconocer, mucho territorio que hay que disputar. Por ejemplo, las nociones de psicología y de realismo.

            3.2.1
La realidad no es lo inequívoco, en tanto y en cuanto no existe realidad objetiva —“el mundo es mi representación, no existe experiencia posible fuera del Yo”.
No existen hechos, sólo interpretaciones. La realidad como la conocemos es una imposición construida desde sectores conservadores, los vencedores de la historia, los que siempre ostentan el Poder, y que sólo amplifican los canales y riegan las plantas de discursos, ciencias o artes, que lo sostengan, que le rindan pleitesía. Lo sabemos todos. Sin embargo, hablar sobre realismo continúa siendo moneda corriente, y el realismo (que es una de las máscaras de la ficción), se fue disfrazando —bajo la forma de descripción pulcra y objetiva— de historia, de método científico.

3.2.2
En cuanto a la psicología, como herramienta en algún momento fue más que valida, hizo su laburo. Hoy es obsoleta. Desde el surgimiento de la psicología como ciencia, la novela, como género de la historia, ha bebido de ella, en mayor o menor medida. Con el correr de los años, la corriente realista/narrativa del discurso hegemónico fue obliterando caminos abiertos que se intuían mediante la experimentación por esa vía.
La psicología quiso ser revolucionaria y terminó reforzando el status quo, delimitando un cierto territorio definido de acciones humanas posibles y sus causas y efectos, mediante fórmulas mágicas y enunciaciones totalizadoras.
Habría que sustituir, como sugieren Deleuze y Guattari, el lenguaje -psicoanalítico y anquilosante- del poder, por el de la poética del esquizoanálisis, dar un paso al frente hacia la forma sin contenido, facilitar, hacer de la Poesía un verdadero túnel hacia afuera. Es la tarea de un militante revolucionario.


3.2.3
Hay que acabar tanto con el realismo como con la psicología. Nuestra disputa es por la política de Realidad.
La literatura ha bebido de muchos cántaros. Ha tomado, incluso, de los medios de masas ciertas formas (en las que impera el contenido y no precisamente la forma, excluyendo la posibilidad firme de disputa por la Realidad). Este paso fue un acierto, en su momento, pero ahora, por el peso del tiempo, por el camino recorrido, en cierto punto podemos decir que es un camino cerrado, agotado.
Por esta vía, la escritura se va alejando del arte concebido como herramienta transformadora, al haber otras formas artísticas más eficientes (e inmediatas) de utilizar el lenguaje del que ella misma intenta apropiarse, como camaleón. La literatura toda, en realidad, camina hacia la regresión, hacia la oralidad. Dylan ha ganado el premio Nobel. Para muestra, un botón.


3.3
Nos acercamos al apocalíptico fin del libro tal como lo conocemos. Qué alegría.

Todo arte es peligroso. Una obra de arte es una aventura de la mente, una emancipación del espíritu. Hay que rechazar los medios de la psicología narrativa clásica y proceder a utilizar otras armas para perforar la pared, retazos fragmentados, “un respeto ilimitado a la complejidad”.

Nuestra revolución es la Consciencia. Las distintas formas de arte, a su modo, herramientas.
La herramienta novela se encuentra en su adolescencia. Una larga adolescencia. Tiene un déficit hormonal que le impide crecer, fantasmas varios tiran de sus pies.
Para que alcance su mayoría de edad, para que sobreviva, dice Sontag, habría que enfrentarse a todo tipo de cuestiones, entre ellas la idea de progreso y la metáfora de la vanguardia, asumiendo que se reducirá el público de la novela, al exigir el ancla de la clandestinidad, mimeógrafos escondidos en el fondo de los armarios. La aceptación de extracción de nuevos placeres y verdades en la ficción en prosa, el aprender a hacerlo.




4.0
Habrá que buscarle nuevas utilidades a la escritura, si es que tiene que tener alguna —y si es que quedase alguna en Objetos Perdidos—, o retomar caminos bellos y hoy ya casi olvidados, vencidos por la dialéctica histórica, engullidos por la necesidad de narrar una historia, caminos llenos de malezas hacia los que se aventuraron tantos héroes solitarios y del que no regresó ninguno. Caminos hacia el Otro.
Traducir una expresión seria, una producción de realidad formal, a un texto absurdo.
No pretender la originalidad, no confundir la producción con la distribución, sólo traficar ideas, señalar salidas del laberinto, ir desde el Yo hacia el Otro.


4.1
El artista debería ser la tragedia del espectador, el escritor la del lector. Una lectura esquizofrénica, multipolar, rizómica, para abrazarlos a todos.
Llevar los borradores de Ionesco hacia el ventilador, hablar sin decir nada, para trascender perforar la pared, reconociendo la banalidad.
Reconocer la ausencia de vida interior, como una forma de aprehenderla, Vida, encorsetada por el ego domesticado del hombre.
Para trascender el ego y Ser, mostrar el rostro del ego, la artificialidad del paraíso, del poder que disfraza nuestra cárcel de reino.
Nos veremos obligados a leer varias veces para comprender, para sentirnos capaces de juzgar. Algo hace tiempo aceptado en pintura, música, escultura.
Todo revolucionario moderno es un artista y un esteta, y un autor que no enseñe como aproximarse a su obra, no enseña a nadie. Un autor –en este caso un escritor- debe instruir a otros en la producción, en primer término, y en segundo, poner a su disposición un aparato mejorado.


4.2
¿Cómo? Haciendo del lector un camarada, un compañero, un colaborador.
Perforar la Realidad, sangrarla por el Tajo. Ser transgresor, ir donde los demás no van, saber lo que los demás no saben.


Y compartir el Fuego. La revolución es una disputa por el Lenguaje y por la Conciencia.




No hay comentarios.: