miércoles, 25 de julio de 2018

A través del espejo


por Gregorio Marman


A veces lo único que espero –si es que espero-, lo único que albergo –si es que albergo-, y espero que vos también (y esto es una doble esperanza entonces), es la hipócrita verde esperanza de un comienzo nuevo y fresco. Dicen mil rocanroles por los satélites que es hipócrita porque no hay ni habrá ni hubo nuevo ni fresco ni comienzo y lo que en realidad espero es retomar el hilo del laberinto donde lo dejamos (y espero que vos también, espero que vos también). Pero son vanas esperanzas, invisibles, ya no verdes, sin color, que se esfuman en el instante en que se termina la duermevela y torpe camino rutina lavabo saluda cara de mentira. Bautizar con agua el día, se sabe.

Y sé que es una esperanza banal, chiquitita, mi paréntesis, porque de mí no dejé nada en sus ojos, un paréntesis, una mosca, un pelo en la sopa, una sensación extraña que quedó ahí.

¡Ah! Cómo envidio su libertad libertina libertad, cómo quisiera dejar este bello ancla lejos, lejos, lejos del fondo del mar, poder escindir, o al menos izar, apagar las luces que iluminan un camino y un piolín que todavía (y aún cortado) está esperando, ¡todavía está esperando!, sin esclavitud, sin deberle nada al Tiempo espera lejos y sordo, cebándole mates a Cronos al costado de todo ¡Todavía está esperando! Aunque no quiera, aunque estos ojos no vigilen, aunque nada exista ya en este mundo, secretamente espera, hipócrita, la doble verde esperanza.

Así vivo en el instante de la duermevela y me he vuelto guardián -¿Quién me nombró Guardián De Lo Que No Existe?-, críptico, decrépito y lagañoso guardia de los borradores en el cesto de basura, estudioso de la pictografía, geógrafo, cartógrafo aficionado de las sombras de la plaza a altas horas (¿ha haltas oras?), delirio de fósforos pelados y muertos, de pasto sin cabello, de picaduras de insectos varios.

Te cura o te mata... ¡Banzai! Seppuku fotografiado en la pupila ausente y midriática de un ojo negro ¿Y el otro? ¿Y el Otro? Hurgar febril en el borrador, esto no se termina hasta que me lave la cara, hasta que me lave la cara, este tartamudeo azul sobre blanco sobre verde sobre amarillo sobre verde. Todas las hojas son del viento menos las que se tiran a la basura.

¡Banzai! Alguna vez eme be ese eme y doble eme delinearon un país que pintamos mal, como pibes pendejos que somos nos pasamos de la raya (y mientras digo raya la gata nos muerde los tobillos y los dedos y los bordes de un cuaderno cuadriculado y ríe despreocupada, hija de puta). Tengo un pelo en la lengua y no puedo hacer sonar ningún silbato –de todas formas yo no colaboro con la perrera-.

Estoy hablando de nada otra vez a la orilla de las tierras de Morfeo ¡Cómo quisiera ya ese verde fuego fatuo hipócrita que ya ni siquiera quema, que es la paloma en la mano del loco, que es la Argentina de Belgrano, San Martín y Moreno (plateada, cinematográficamente plateada y de infancia y escuela primaria). Hablo de Argentina con saudade brasilera pero en realidad quiero decir otra cosa, que no puede aflorar por completo (y es tan plateada, cinematográficamente plateada y perfecta y de infancia y escuela primaria y es una pupila ausente y midriática de un ojo negro perdido).

Tachá todo lo anterior, si te animás. Obvio que no, sos Pérez que anda y Gil que camina. Un Guardián nombrado a altas horas (¡Ha haltas oras!) por la elegancia mentirosa de Safo, perdida en esa isla de mierda a donde todos llegan menos los rezagados espectadores del final. Se vienen los créditos y realmente esto se cae, se cae para siempre. Pero un tonto tiene que contar la historia, la historia.

Una última conversación ¿tal vez? El mar que ya casi ni agua tiene, lleno de botellas con mensajes en blanco como éste, mensajes en Plaza España, banderas rotas, bancos rotos, infancia rota. Mi vieja crió un idiota de corazón lunático, las lágrimas ya me lavan la cara... ¡Gracias!

sábado, 14 de julio de 2018

Libre Albedrío, locos. Un poco.



por el Heladero




I.

Ahogados en baldosas,
hojas en blanco…

donde estoy parado
ya no entro
en la piel, perdí
el guión de la obra,
el personaje
extinto
quedó, muerto
pedradas pecadoras
en el acto redentor.

Caminos de viento,
invisibles, al cielo…

donde está el cuerpo
ya no importa
el agua salada,
el frío verano
de ácidas lluvias,
borra
los huesos, y los ojos
rojos duermen
una armoniosa madrugada.






II.

Cuesta levantarse. Aún a esta hora y habiendo dormido todo el día. Cuesta ponerse los abrigos y luego de un interminable etcétera, salir. A la calle, bajo la lluvia de frío Junio que tapiza las paredes de las calles. Claro, con tanto frío, con escarcha formándose de la exhalación. Más vale que cuesta. Pero hay que salir. A veces nos dejan y hay que aprovechar.

Nos empujan sin saber, nos incitan a caminar las calles. A vivir. La helada precipitación moja los pómulos helados, se desliza por la nariz helada y toma el último salto helado, suicida, hacia la campera helada o el suelo… eh, ¡Qué existencia más efímera!

Caminando entre charcos se pegan las gotas al cuerpo, enamoradas, febril, fugaz, eterna, mente. Mientras duren, buscando magnéticamente un Sur. Difícil encontrar un remís, el famoso tacho, en este temporal, cuando todos van. Tan apurados, precipitándose. Y nadie mira a nadie. Simbiótica, inconsciente noción del tiempo. ¿Zeitgeist? Tu vieja en pelotas. Me dormí escuchando una voz que es poesía, hablando del aplastamiento de las gotas.

Una cafetería, bello respiro. Llena. De gente, abarrotadas partículas que se hacinan en otros tipos de charcos. No importa, mejor entrar. Son las seis y media de la tarde. Llueve a catarros (¿a cántaros, dijo? Sí, a cántaros, sorda), perros y gatos, diluvia, etcétera. Etcétera como forma de describir un diluvio. Entrar de repente. Y de repente una mesa libre. Arena en el oasis, qué bien. Algo para beber, sí… un té, puede ser. Muchas gracias.

Esperando relajado, escurriendo los minutos. Viendo las gotas caer. Gotas finas, gotas gruesas, gotas. Que caen. Rápidamente, golpeando la ventana distrayendo de los pensamientos, que como gotas etcétera. Largas historias de imanes y metales. Cae el mozo con el té, se hizo tarde para las cinco. Puta madre. Siete menos diez, conejo de mierda. De todas formas, no me calienta. Me siento atraído por la belleza de las gotas, por su musical sonido en la ventana.

Mientras observo estas amigables compañeras, noto. Pasa algo raro. Caen cada vez más, y más. Lentamente. Hasta que finalmente dejan de caer. Me sorprendo, con la visión. Millones de cristales translúcidos suspendidos en el aire, sostenidos por un invisible cordón. Busco ese fino registro del Divino Marionetero. Y no lo encuentro. Sigo sorprendido, atónito. Me dirijo a la calle. A maravillarme del hermoso paisaje, y parece. Que soy el único que se mueve, el único que ve. La calle está desierta. Es increíble ver el candelabro celestial, místico. Es más increíble que el sol, ausente con aviso todo el día, se haya posado sobre los techos. ¿De Pompeya? De Pompeya, si querés. No se puede ser serio, diómio. Esas gotas, retomando, ese pedacito de cielo, comienza a transmutar. Ante los ojos se convierten las gotas en herramientas, en prismas que devuelven luces de arco iris. Luces de todos los colores iluminando la calle vacía, semejando caleidoscopios. El calor del sol hace que se estremezca hasta la última célula de este cuerpo.

Este espectáculo está hecho para mí, Alguien pensó este espectáculo sólo para mí.

El aire dorado, las perlas multicolores, el Cielo que bajó un ratito está disipándose. Las gotas vuelven a caer lentamente, y de a poco. Va acelerándose el ritmo, el sol. Se esconde, nuevamente, oyendo. El sonido de la lluvia en la ventana con una sonrisa, abro los ojos húmedos, salados. Termino el té pasadas las siete.

¿Alguien?

domingo, 8 de julio de 2018

Lo CR, o albiceleste. Atención, esto no es otra ficción kirchnerista




¿Qué es un 9 de Julio? Básicamente, un mausoleo, para algunos. Para otros, creo, realmente, una oportunidad para pensar una patria, para sentirse país.

Marchan los artistas, en los cuarteles se quedan los soldados. Tan poético que parece un sueño húmedo del fin del mundo kirchnerista, ya nos tenían podridos, hace dos años y medio repitiendo la misma cantinela, borrachos de bar víctimas de la venganza de Casandra, será terrible con el fondo monetario, los buitres, los timberos de siempre, el diario dado vuelta para opinar.

Ah, ¿eso estaba pasando? Un momento, el mundo no se ha vuelto más kirchnerista. No vuelven más, ¿recuerdan? Eso dicen, ahora créanselo, pues debería preocuparles. Lo que a muchos nos preocupa es ver a un señor desnudo, sentado, transpirando un culo zen en el sillón de un gran emprendedor como Bernardinho. Si tu padre te viera, estaría orgulloso.

No son ni actores, ni muchachos amantes de oktubre, o sí, con la mierda hasta el cuello por la deficiencia del servicio de aguas de la ciudad, mal distribuidos, llegan gotas y las cloacas desembocan siempre en el mismo lugar, estoy seguro que debe haber algún tipo de confusión semántica con la explicación del derrame. Algunos revisionistas verdes como Liza Minelli, que piensan que Alfonsín derrocó a De La Rúa, dicen estaría todo orquestado por un profesor de matemáticas britano.

Tal vez deba aprender uno a dejarse sentir. Quiero decir que cada vez que me deprimo miro una fotografía de un cartonero con anteojos de realidad virtual.

En realidad, Arthur Rimbaud era peronista. Nadie representa la patria, la patria es el Otro. La Patria es un sentimiento inexplicable para una nación tan joven, tan venida de los barcos, cachorra, ciega, cipaya, asesina del Otro, Conquistadora de la materia. Por suerte, hay faros a lo largo de la historia que es la Historia, la Patria es el cielo celeste -y blanco, nadie se olvidó del blanco- que por siempre quedará como bandera, vislumbrada por un poeta enorme como Manuel Belgrano, del que se olvidan -o no se alumbran- cosas tan importantes como ésta.

Donde quiera que estés, mirá para arriba, estás en casa. El mundo es casa, no conquistemos, no matemos el mundo, ser argentinos es una palabra, hay que trascender la palabra, entender el significado del cielo, aprender de Belgrano y de Borges, ¡qué delantera, papá!, mirar la bandera, el cielo no es de nadie, es de todos.

Levantarse a pensar en las manos amasando un horno de barro, chicos yendo al acto en sus escuelas –rurales-, chamamé, zamba, chacarera, tango, rock !nacional!, el modesto debate con delay acerca de la tirante estimulación intelectual que para Solari fue García, desde la otra vereda ideológica termina con la misma careta de artista -¿no hay nada serio para vos, García?, dijo una voz en el teléfono-, River, Racing, Yrigoyen, Perón, Illia, te olvidaste de Frondizi y lo editaste, como Videla, los muertos, los nietos, Alfonsín, Carlos Saúl, los habitantes de la mismísima estratósfera, el genial doctor Maradona, un mago con la pelota en los pies, de día futbolero, de noche supermédico, banderas en la calle, asentamientos, chalets limitados en el Delta, ahí debe existir la pobreza cero, la miseria no se puede mostrar, menos hoy, el locro queda mal pero no se puede ocultar vendiéndose en la calle.

Verdaderas ollas populares, las fechas patrias, en los años de la solemnidad amarilla, del país moderno, de la ausencia y presencia de Schrödinger.


miércoles, 4 de julio de 2018

Somos pocos



Somos pocos pero estamos locos, vamos a cambiar éste mundo poco a poco
Somos austeros, no somos embusteros, nos escapamos de las garras de los buitres viejos

Sin complejos, ni vino añejo, sólo mensajes antiguos que traspasan el pellejo
Como la brisa que viene del mar, como el viento que canta al soplar

Como las huellas que veo en los cerros, como las aves que observan al vuelo
Como se mata la gente por el suelo, como se mueve la gente cuando tiene miedo

Lo que traigo no es finta ni pana, lo que busco no es riqueza ni fama
Yo no quiero llevarte a la cama, yo no quiero que me presentes a tu hermana
Aquí les traigo un par de acordes simples, quiero comunicar yo no quiero lucirme
Con la simpleza se abren muchas puertas, con sencillez se hacen cosas eternas

Queremos que valga la pena, que nazcan más niños en la tierra
Queremos que la esperanza le llene a todo mi pueblo la mente y el alma

Queremos que las cosas se decidan, bajo criterios que defiendan la vida
Queremos que la selva sobreviva a tanta codicia que la tiene en la mira

Que no se bote al mar lo que ensucian de la tierra, que no saqueen las montañas en la sierra
Queremos que las olas rompan como quieran, que no se construyan muelles donde sea

Queremos andar sin rodeos, caminar descalzos con el barro entre los dedos
Queremos que no existan prejuicios absurdos, queremos andar todos, todos, todos juntos

Que hay de los que crecen en el olvido, donde no se puede confiar ni en los amigos
Que hay de los golpes que se dan en las calles, entre polvo donde nadie los va a salvar

Que hay de una educación ausente en las casas y en las escuelas de la gente
Que hay de un gobierno ausente en las montañas donde el frío mata por la mañana

Y estamos hartos de las falsas promesas, populismo, moda y otro tipo de proezas
Estamos hartos de falsos profetas que conocen la escena pero no las respuestas

Queremos que valga la pena que nazcan más niños en la tierra
Queremos que la esperanza le llene a todo mi pueblo la mente y el alma

Y nunca nos vamos a callar… Y nunca nos vamos a callar…
Y nunca nos vamos a callar porque hay mucha gente por la que cantar…