sábado, 18 de agosto de 2018

Pinturas de guerra






Alguien construyó la alfombra. El periodismo produce hechos, ya no los comenta. Se habrán aburrido. Dice un dolape que donde hay poder, hay resistencia, es cierto. Todo se va plegando simétricamente, las cosas que existen perviven sobre la alfombra. Al ángel redentor de la historia hay que ir a buscarlo al tacho de basura.

La resistencia existente es aquella que necesita ése poder para persistir, para ser. Las luces alumbran a los tocados, esos buenos muchachos tienen respuesta para todo y nunca se bajan del caballo, aunque realizan sus visitas higiénicas a los pobres nunca les faltó un mendrugo. Visitas que, por otra parte, luego de realizadas repugnan sus inconscientes, tan privados y personales, pero es algo que hay que hacer, se dicen mientras se limpian los dientes blancos, una necesidad, pintar de cartón el mundo para moverlo por detrás, ese estilo de historias para dormir de noche. Luego de cada timbreo lavarse las manos con alcogel, la cabeza con nieve nasal, los ojos con retiros en Chapadmalal. Otra que la máquina de pescar pájaros, la eterna profilaxis histórica, que no se nos vaya a pegar la miseria.

Y mientras tanto los de abajo siempre deambulamos a pie, las plantas gruesas y descalzas, las manchas de viejo barro. El deseo es el motor del cambio, el instante previo a despertar. La resistencia se realiza deconstruyendo la dialéctica esclava del poder, un poder que no ha cesado de vencer. Ojo con dejar que se privatice la libertad, con creer que la sangre derramada será la bebida de los de abajo. Darle lumbre a la esperanza, eterna fumanchera en las esquinas, acompañante de utopías y sueños populares, blanquicelestes.

1 comentario:

El excelso ciudadano dijo...


Aquí, mirando la radio, ya que no puedo escuchar la televisión, porque me avisaron que la revolución no iba a ser televisada. Mejor me voy a leer diarios viejos...