martes, 19 de mayo de 2020

No es solo el agua

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No es el agua. Si bien es una de sus aristas, el problema es más profundo. Si no entendemos esto, seres que hasta ayer eran invisibles pero hoy conmueven, como Ramona Medina, seguirán pasando en vano, adornando la carpeta asfáltica del universo. 

Compartimos algunas reflexiones a partir de los cambios que acontecen en la percepción de realidad de la raza humana en general, haciendo un llamado a la toma de conciencia, al oído atento, a la empatía, a la comprensión de la oportunidad que implica un cambio en las anteojeras. 

Nuestra lucha es por la concepción de realidad. Se trata de cambiarla, en realidad, de arrancarla de cuajo. De hacerla de nuevo. Como somos muchos tenemos que hacerla entre todos. Se trata de democratizar la realidad. 

Tenemos que ponernos de acuerdo en algunos conceptos básicos. 

Número 0. La realidad no es, se construye. Se hace de partes. 

Es importante entender el concepto de materia, el de energía, el de caos y el de cosmos. Es importante entender: al no comprender que la realidad debe democratizarse, la raza humana ha corrompido su ser, su espíritu. Son eones de plusvalía. Desigualdades. Conceptos básicos. El derecho al agua, por ejemplo. Dicen que es universal, ¿lo es? 

No me banco a las hormigas, dicen a modo de protesta. Para las hormigas, el agua no, entonces. Para los peces tampoco, supongo. Si no hay lugar para el derecho universal al agua de las plantas que comemos, menos habrá para los árboles. Si ni siquiera podemos ver un igual en un ser humano, con ojos, nariz y boca (¡con cara, vamos!), con cerebro y corazón, si no podemos ver el alma a nuestros hermanos, ¿para qué empezar a hablar del agua?, ¿para qué hablar del aire, de la tierra, de un planeta enfermo? 

¿No habría que hablar de la ceguera?, ¿de una realidad invisible? ¿No habría que reevaluar la acción sensorial colectiva en la construcción de sentido? ¿El arquetipo del ojo, el del oído?, ¿los del tacto, el gusto, y el olfato?, ¿el del pensamiento?, ¿el alma? ¿Y el espíritu? ¿Sueñan los androides? La respuesta es sí. 

Los pobres también, pero sueñan (entre tanto que sueñan) con alegrías más módicas, como el agua potable. 

Comemos veneno, respiramos veneno, tocamos, moldeamos y diseminamos veneno. Democratizamos veneno. Ejemplos sobran: hamburgueserías mefistofélicas, tóxicos cancerígenos en los cultivos, plantas que no dejan semilla; ciclos enteros se pervierten. 

Hay una dificultad para comprender el problema. Pensamos que igualdad es el mismo acceso al consumo. Hablamos de consumo. ¿No habría que replantearse de una vez la concepción egóica sobre la que se construye la interacción del humano con el mundo? Somos fumigadores. 

¿En serio pensamos en los seres del futuro? ¿Y en los del presente? 

Es importante hablar, echar luz sobre lo que parecen obviedades. Han pasado muchos años, y es importante entender: hablamos de eones de desigualdades. 

Número 1. Revalorizar la construcción de conciencia colectiva. Revalorizar la empatía en la construcción de una conciencia colectiva. 

Número 2. Pregúntese, ¿quién no tiene voz?, ¿qué es lo invisible? Sugiero lo siguiente: por cada ser que contemos se agreguen diez más, de distinto carácter, calidad o tenor, que no vemos, no oímos, no olemos, no sentimos. 

Número 3. Celebremos la variedad, no la desigualdad. La desigualdad implica un disbalance de algo, una suerte de entidad o entidades que llamamos derechos, a los que (dicen, los que se llenan la boca hablando de instituciones como repúblicas, partidos o Estados) tendríamos acceso todos, en orden de lograr la armonía con la casa que habitamos, incluides les humanes, pero también los perros y las plantas, los distintos habitantes de este planeta. 

Número 4. Celebremos las tonalidades en la paleta del Artista, no la escasez de colores. 

Número 5. Se trata de cambiar la realidad, de revolucionarla. 



Nuestra lucha es por la concepción de realidad, por la política de Realidad. 

La poética de la conciencia. Lo esencial es invisible a los ojos.



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