miércoles, 19 de mayo de 2021

Accidentes geográficos desaparecidos

(al paí Julián, cura chamamecero, uno de los más grandes poetas y compositores del Taragüí y uno de los últimos karaí del pueblo correntino)

 

El aire cerúleo de fin del mundo, el fragor,
la radiointerferencia, el mate lavado,
el dorado del sol,
doce flores blancas; dos de ellas, 
cubiertas de estolas de tinte violáceo
honrando y celebrando, todo indica
la muerte, la vida,
el paso del Tiempo.
 
El dorado del sol,
el nombre del padre,
un saludo para el Cambá Abel,
por la vida como el viejo río,
otro salto
como los de Guairá:
azul de esperanza,
hondo de dolor.
¡Bendita la playa que sale a encontrarme!
 
El dorado del sol, una calandria,
las penas hondas de Isaco
mascadas bajo un timbó,
tomando vino, comiendo
con un jaguá angirũ
en el dorado del sol.
 
La detective Calandria
todavía pregunta dónde está
la máquina de hacer pájaros,
el fuelle del Patriarca
del otro pueblo elegido.
 
En el fondo sabe que no se fue,
que la misa será una despedida
pero en realidad
el teatro es hasta luego:
un fuelle siempre trae el río.
 
Un rito, más bien,
antiguo, arcano, secreto,
de payé y árboles costeros,
de surcos, de encuentros,
cuando ya no quedan palabras.
 
Sapucai
el dolor de los barcos, Yvymarae´ÿ,
o cuando un karaí deja su cuerpo
para ir donde Spinetta
y todavía se pregunta dónde está 
la máquina de hacer pájaros.
 
Dejamos al carnaval ganarle al alma,
pero un fuelle siempre trae el río,
y el (g)rito secreto, cuando ya no quedan palabras.
 
“Yo, Juan,
vi un cielo nuevo
y una tierra nueva
porque el primer cielo
y la primera tierra desaparecieron”,
por el río me voy
otro salto
como los de Guairá:
“y el mar ya no existe más”.
 
¡Bendita la playa que sale a encontrarme!
Por el río me voy
porque el mismo río soy,
el velo del templo se rasgó por el medio,
doce flores blancas -dos de ellas, además,
adornadas con solemnes estolas violeta-
son repartidas entre los ángeles
y la vida se abre paso por la grieta:
por la grieta entra la Luz.
 

 

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